Los sistemas educativos europeos se enfrentan al reto, entre otros, de poder dar impulso a la formación de sujetos autónomos, capaces de participar y pensar ideas fundamentadas en la vida profesional y social. Estos cambios están generando en las instituciones educativas un proceso de reflexión sobre qué y cómo enseñar que conduce a tenernos que cuestionar cuáles son las concepciones subyacentes a los procesos de enseñanza y aprendizaje del estudiante (Pérez Gómez, 2007).

El aprendizaje por competencias es “lograr que los estudiantes sean capaces de llevar el conocimiento a la realidad que les rodea, que aprendan de manera práctica los propios contenidos teóricos que les corresponda en todas las áreas” (Zabala y Arnau, 2007). En cuanto al aprendizaje sgnificativo, entendemos, como dice el pedagogo David Asubel, “el proceso según el cual se relaciona un nuevo conocimiento con la estructura cognitiva de la persona que aprende de forma no arbitraria y sustantiva o no literal” (Rodríguez M. Luz, 2011).

En esta tipo de método, el alumno no se dedica a aprender conocimientos sin más, sino que se forma para saber aplicarlos y aprende a aprender, siendo éste un factor central de su educación. El punto de partida en el momento de enseñar por competencias se inicia en el cambio en la visión tradicional del docente. Es deber del docente es conocer diferentes metodologías de trabajo para desarrollar en el aula y, en este punto, es importante saber llevar a cabo con cierta destreza las nuevas tecnologías para poder desarrollar su trabajo y su propio conocimiento. Cuando hablamos de aprendizaje por competencias refiriéndonos al ámbito educativo, estamos haciendo referencia a conocimientos, procedimientos y actitudes, en resumen: saber, saber hacer, saber ser y saber estar.

Existen tres características que deben sobresalir en este tipo de aprendizaje:

  1. Concepto, procedimiento y actitud. Es decir, ser competente significa poder resolver un problema o situación de la mejor manera posible.
  2. En continuo aprendizaje. Se trata de un aprendizaje prolongado a lo largo del tiempo y que mejora con la propia experiencia de vida.
  3. Y continúa modificación. Para conseguir ser realmente competente, es muy importante analizar los resultados obtenidos, para poder así reorientar de nuevo y mejorar para las siguientes.

La concepción de un currículum que se basa en competencias no es nueva y puede considerarse, por ejemplo, desde la perspectiva más conductista que nos podríamos imaginar. Por eso este enfoque, que impregna en la actualidad a todo el sistema educativo, requiere una reflexión y una fundamentación teórica que nos lleven al logro de las metas y de los resultados que la educación de hoy reclama y propone. Sólo así podremos “cambiar la mirada” al aula para “reinventar la escuela” (Pérez Gómez, 2008). Es una pena que estemos dejando perder la ocasión que se nos ha puesto en las manos para mejorar la educación y lograr diferentes aprendizajes y que, simplemente, estemos cumplimentando de manera mecánica, como formularios, los documentos que se nos reclaman, sólo para contemplar la relación de competencias a la que la norma nos obliga en las diferentes programaciones.

Para esa nueva mirada, para esa resignificación de la tarea del profesor desde una perspectiva coherente y justificada, no tenemos que inventar nuevos escenarios, no nos hacen falta nuevas teorías. Ciertamente, el aprendizaje que se entiende al servicio del desarrollo de competencias, como es expuesto en los documentos institucionales, difícilmente se puede promover en la enseñanza sin tener unos referentes teóricos que ayuden al docente a comprender qué es y cómo suceden esos procesos cognitivos, así como cuáles son las metodologías más adecuadas para lograrlo. Pero esos marcos teóricos existen y los tenemos a mano desde hace ya muchísimo tiempo.

Ante las condiciones de cambios, político, social y económico nos damos cuenta de la crisis que existe en el campo educativo, observando y conociendo los resultados por debajo de los niveles que obtienen los demás países. Se parte de la idea de que la educación tradicional, que en otra época funcionó para un tipo de sociedad, en la actualidad resulta escasa para lo que la realidad social actual demanda a la escuela, así mismo el avance en la investigación pedagógica nos ha demostrado que los estudiantes no aprenden de manera mecánica sino por medio de un proceso más complejo que implica la cultura, la familia y la actividad propia del que aprende. Por lo tanto la propuesta de reforma retoma este enfoque llamado aprendizaje por competencias, el cual se centra en el aprendizaje y no en la enseñanza como se hacía antiguamente, las implicaciones de lo anterior conllevan la necesidad de transformar a profundidad las formas de pensar y de trabajar de los docentes.

Mi postura personal respecto a la reforma y las competencias es que éstas son muy necesarias y que pueden generar un cambio importante en la educación, pero que no basta con mostrarlas y exigirnos a los docentes que las apliquemos, sino que es necesario revisar y resolver todos los campos y problemas que están relacionados con la crisis educativa como son la formación de los docentes, que muchas veces no tienen los conocimientos necesarios para entender estas propuestas de cambio ni para llevarlas a cabo o las condiciones materiales de los centros educativos.

Desde mi punto de vista es necesario trabajar mucho en la formación de los docentes, por medio de posgrados, diplomados y cursos de actualización, para puedan comprender de otra manera lo que es la enseñanza y para que cuenten con más elementos teóricos y metodológicos que les permitan llevar a cabo las competencias y el aprendizaje significativo que tanto queremos y que puede realmente generar más beneficios en la vida de los alumnos.

Un ejemplo de una actividad no competencial sería leer la biografrñia de Shakespeare, leer sobre las características de sus obras, su contexto histórico, su estilo y hacer un resumen sobre ello para exponerlo en clase. En cambio, esta actividad no competencial se podría transformar en competencial si realizamos una escenificación en clase de un fragmento de “Romeo y Julieta”. De este modo aprendríamos desde dentro los recursos estilísticos poniéndolos en práctica. Además, el teatro ofrece la posibilidad de enseñar una lengua dentro de un contexto vivo, que se acerca al uso diario de la lengua enseñada, además de contar con el elemento activo que supone la representación. Los objetivos de aprendizaje se obtienen de forma efectiva pero más allá del conocimiento puramente lingüístico, fomenta la motivación intrínseca del alumno, así como facilita la comprensión y la interrelación entre profesores y alumnos.

 

BIBLIOGRAFIA

 

Pérez Gómez, Á. I. (2008). ¿Competencias o pensamiento práctico? La construcción de los significados de representación y acción. En Gimeno Sacristán, J. (comp.). Educar por competencias ¿Qué hay de nuevo? Madrid: Ed. Morata.

 

Pérez Gómez, Á.I. (2007). La naturaleza de las competencias básicas y sus aplicaciones pedagógicas. Cuadernos de Educación. Consejería Educación Cantabria.

 

Rodríguez, M. (2011). La teoría del aprendizaje significativo: una revisión aplicable a la escuela actual. IN. Revista Electrònica d’Investigació i Innovació Educativa i Socioeducativa, V. 3, n. 1, pp. 29-50.

 

Zabala, Antoni y Laia Arnau (2007b). 11 ideas clave. Cómo aprender y enseñar competencias. Barcelona: Editorial Graó.